“Sepan que yo estoy con ustedes todo los días hasta el fin de los tiempos” (Mt. 28, 16- 20).
“Dios con nosotros”... siempre.
Si la llamada al discipulado sitúa expresamente la autoridad de Jesús ya durante su ministerio, ahora aparece con mayor firmeza en virtud de su misma Resurrección.
Mateo nos presenta en 1, 23 la profecía de Is 7,14: “He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y lo llamarán con el nombre de Emmanuel, que quiere decir ‘Dios con nosotros’”. A esta profecía corresponde la afirmación final de Jesús en 28, 20b: “Sepan que Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de los tiempos”.
No sólo es el Niño nacido en Belén el cumplimiento de esta profecía, sino también en Jesús Resucitado, Él es: “Dios con nosotros”, que encomienda y asiste a los discípulos en su misión hasta el fin de los tiempos. Esta promesa de Jesús responde a las dudas y las incertidumbres de los discípulos (28, 16) e incluso como respuesta de “poca fe” (28, 17); Mateo presenta estas palabras de soberanía de Jesús (28, 18-20) y con ello se convierten en un estímulo constante para buscar su presencia en cualquier experiencia, sobre todo en las de mayor adversidad.
Al tomar en serio las palabras de Jesús, todo debe cambiar: nuestro modo de pensar, de vivir y de actuar deben ser diferentes. No es una frase que intente despertar simplemente una ilusión romántica de su presencia, sino que debe despertar en nosotros la conciencia verdadera de su permanencia real, que marca la vida y las decisiones propias, que se convierten en el fundamento de nuestra confianza, aun en las crisis más difíciles. Su presencia amorosa es una llamada a la fe, se trata de ver en Jesús a este compañero de viaje que nunca nos deja y que nunca nos abandona.
–P. Jorge Iván Pimentel Sierra,
Formador del Seminario Diocesano de Morelia
Comentarios: jorgeivanpimentel@msn.com
ORACIÓN
Señor Resucitado, ayúdanos a reconocer tu presencia constante en nuestra vida; llena nuestro corazón de alegría para saber que no estamos solos y danos la fuerza para proclamar tu Evangelio y así enseñar tu Mandamientos. Amén.